miércoles, 22 de junio de 2011

LA FLOR

Un día que paseaba distraído en la lectura de un libro por un prado colmado de los infinitos colores de miles de flores y de otros tantos perfumes, tropecé con una flor que destacaba de entre las demás por su notable belleza. Era diferente en cada pétalo a las demás, y poseía algo indescriptible que hacía que mis ojos no se pudieran apartar de ella, era como si por un momento desaparecieran todas las demás flores y en el prado solo estuviéramos ella y yo. Me quedé con el libro abierto, y la boca también, y no fui capaz de reaccionar. Cerré el libro y volví a casa cambiado para siempre. Ya no sería el mismo, ya nunca me la podría quitar de la cabeza.

Cada día, con el libro bajo el brazo a modo de excusa, me dirigía al prado, y siempre me tumbaba en el mismo sitio, con esa flor justo delante de manera que un simple desvío de la vista y ella quedaba aún más grabada en mi cerebro. Y así día tras día hasta que uno, diferente a los demás, me atreví a decirle el efecto que sus hojas causaba en mí. Acercándome, lento e inseguro, acerté a decirle:

¿Sabes?

¿Qué?, me respondió ella.

He visto cómo te mecías en el viento y como tu tallo se contorneaba grácilmente. He visto cómo el sol brillaba diferente en ti, cómo tus pétalos eran el más fuerte reclamo, y he visto que las flores de tu alrededor no eran tan bonitas.

Eso no es verdad, me decía ella.

Ya lo creo que sí, porque desde aquí yo puedo ver todo el prado, y cómo tu eres la que más me gusta te voy a llevar conmigo para poderte mirar siempre y ver ese cuerpo mecerse con el viento, y a esos pétalos reflejar todo su encanto.

Entonces la arranqué de la tierra con mis manos y la planté en una maceta en mi corazón.

Pero al poco, vi cómo su cuerpo ya no se mecía con el viento ni sus pétalos brillaban con el Sol y le dije

¿Qué te pasa, es que no te cuido bien?

No es eso, pero es que aquí no están mis hermanas y aunque tu corazón es grande aquí no llega el mismo Sol que en el prado, y por eso estoy triste y decaída.

Yo, egoísta, apenas le hice caso y dejé que ella muriera sola, de pena, en mi corazón...

miércoles, 13 de abril de 2011

CRUJIDOS DE RELOJ

Fue cuando ella me dijo al oído que a su alrededor todo eran crujidos de reloj que quise escribirle, rayando el aire, palabras que el viento no le pudiese robar.

Mientras le acariciaba el pelo, y le mordisqueaba como una termita, reordené sus dibujos al revés, y nunca más volví a sentirme pequeño como una hormiga.

Así pasamos toda la noche, abrazados en zeta, y amanecimos siameses y comenzamos a contar el tiempo en latidos y nos repartimos los labios y los dientes y el hipo y del alfabeto, las impares.

Le pregunté si podía hacerme un paraguas con esos ojitos, para que solo me lloviesen sus miradas.

Y dejamos que el tiempo fuera tejiendo nuestros intentos de color.

Entonces volvió a susurrarme que ayer éramos norte y sur, dos hemisferios de un mismo planeta sin montañas. Ayer quisimos poner el tiempo al revés. Ayer que no amaneció.

Y hoy, tu piel estaba a todo lo ancho de mis fronteras…

Con un beso empezaremos la cuenta atrás hasta que despertemos al compás.

Nos quedamos en silencio los dos, sin que nadie nos vea.

Si te puedes derramar, le dije, yo me perderé en la orilla. Contigo es tan fácil esperar…

Y cuando llegué a creer que hablaba solo descubrí como la sombra de mi pequeña esquimal me hacía eco en los charcos.

Hemos llegado hasta aquí y sabremos antes que nadie si somos, de verdad, pedazos de algo importante.

Cuando miro al espejo te veo a ti, detrás de las paredes soy tu reflejo, en un cuadro sin cielo te descubrí, en un cierro los ojos, siempre te espero.

Desde la inmensidad de mi cama fría le escribo a mi querida solución lumínica, que desde que se ha ido mi calle es gris plomo, las paredes de mi cuarto blanco agrio, y mi jardín varillas de paraguas.

Ella lavaba mis penas a besos, como ochenta y seis cristales pequeños de jabón.

Sé lo que voy a pensar cuando lea esto mañana. Por algo lo escribí. No me arrepiento de nada.

Y escribiré cada día al dictado de sus parpadeos.

Porque siento que yo sin ti no soy, no hay nada.

Yo te esperaré siempre donde vivo ahora, en el filamento de la bombilla

Pero mientras tanto, voy nadando a mariposa entre tus manos, mi pequeña esquimal.

domingo, 3 de abril de 2011

LAS GRANDES PEQUEÑAS COSAS DIARIAS

Desde que he dejado mi anterior vida, la única vida que había conocido hasta ahora, y he comenzado a construir esta nueva vida, mi vida, la que hago yo, pieza a pieza y día a día con decisiones que tomo según los problemas que me encuentro a cada paso, he ido descubriendo que estoy lleno de manías, de pequeñas cosas que me gustan de una manera muy concreta y determinada.

No imaginaba que tenía tantas, pero hoy me he dado cuenta de muchas de ellas.
No es que sean cosas que me molesten en exceso, porque sigo siendo muy tolerante en muchas cosas.
Digamos que son cosas que me gustan de "esa" manera y cuando las veo así sonrío, y cuando no... las cambio sin más.

Son cosas como que la pasta de dientes no esté apretada por el centro, sino por el final.
Que la mantequilla se vaya gastando uniformemente, plana toda ella.
O que los cereales estén abiertos de una determinada manera y no como si se hubiesen abierto escapando de una manada de búfalos.

Así hay un montón de cosas...

También he descubierto en esta nueva etapa que me apetece empezar y acabar las cosas yo solo.
Quiero tener la certeza que yo he gastado ese bote de jabón sin que nadie más lo haya usado.
O haber utilizado tanto el estropajo que lo tenga que tirar, sabiendo que solo lo he tocado yo.

Quiero llegar a casa y encontrar la tele en el canal que la dejé ayer y no en otro diferente.
O saber que tengo una montaña de ropa por lavar y planchar y que no habrá nadie para que me lo haga, bueno, esto ya me pasa.

Quiero empezar una tableta de chocolate y saber que cuando me apetezca más habrá exactamente las mismas onzas que dejé en la nevera.
Empezar una botella de vino...bueno, eso siempre sabe mejor en compañía, que me refiero a pequeñas cosas diarias y no a grandes placeres mundanos.

Me apetece muchísimo empezar esta nueva etapa de soledad, comenzar a imaginar mi pequeño rincón de aislamiento diario, que solo enseñaré a quien me importe lo suficiente.
Me apetece muchísimo comenzar a vivir de nuevo, cada día, decidiendo sobre mis pasos.

miércoles, 30 de marzo de 2011

MAN IN THE MIDDLE

La prisa es un molesto viajero que se ha acomodado a mi lado.

Llevo tiempo intentando desprenderme de ella pero se aferra con fuerza.

Los días de euforia y desenfreno siempre desembocan en días de soledad forzada y amargura.

Últimamente he olvidado el centro de las cosas.

Solo veo en blanco o negro, olvidando los millones de grises que hay entre medias.

La montaña rusa que me atormenta vuelve a cobrar presencia para llevarme de la cima al fondo del abismo en un instante, sin dejarme disfrutar de la bajada.

sábado, 19 de marzo de 2011

INCOMPLETO

Hubo un tiempo en el que fui pájaro,
pero no sabía volar.

Hubo un tiempo en el que fui pez,
pero no sabía nadar.

Hubo un tiempo en el que fui estrella,
pero no sabía brillar.


Hubo un tiempo en el que fui hombre,
pero no sabía amar.

jueves, 17 de marzo de 2011

PEQUEÑOS E INCONEXOS MORDISCOS DE REALIDAD

Un suspiro sin sonido.
Una caricia sin tu piel.
Una lágrima en tus ojos.
Un adiós como la hiel.


Como escribir sin letras.
Como hablar sin palabras.
Como decir lo que siento desde la distancia...

Tú no eres mi musa y yo soy tu segunda opción.
Vives en un momento, yo en el anterior.
Suspiro por cosas que no son ciertas y confundo todo de color.

Desde la soledad de mis pensamientos, me doy la vuelta para observar las huellas que desde hace semanas voy dejando en la arena…

De nuevo, insomne, recorro de puntillas las horas de esta neblinosa madrugada, buscando el motivo que me alejó de ti. Y mi alma, buscándote, recorre en vano cada rincón de mi ancha y fría cama.

Con la mirada fijada en el infinito apremio al reloj para que corran rápido las horas y llegue, pronta, la noche, y así volver a tener tu piel a todo lo ancho de mis fronteras.

En estos momentos de soledad y aislamiento es cuando el recuerdo de tus ojos marrones me devuelve a la vida.

Este Lunes cabizbajo.

Este Lunes de resaca.

Este Lunes sin tu voz.

miércoles, 26 de enero de 2011

EL MUNDO FELIZ

Hoy he visto a los árboles jugar con las nubes. Danzar intentando rasgarlas.
Hoy he visto como el frío cortaba mi sombra. Debatiéndose entre vida y muerte hecha jirones.
He visto gente correr, empujar, sonreir...
Hoy he sido testigo de las miserias más crudas de este mundo y también de la ternura más altruista.
He visto nacer una vida, millones. Y a un hombre saltando a la vía.
Yo estaba entre los raíles.
He visto hipócritas y caballeros. Víboras y corderos.
Hoy he visto tantas cosas...
Y solo me queda una para no llorar nunca más.
Muéstrame esa sonrisa, justo antes de dormirte.

martes, 11 de enero de 2011

DONDE ESTÁ AQUEL CHICO?

Ya no me gusta este chico.
El de antes era mucho mejor. Si.
Ahora ya no me dice lo que quiero oír.
Ya no me responde instantáneamente. Ahora tengo que esperar a que tenga un hueco para verme.
El de antes era todo atenciones. Siempre disponible y siempre dispuesto a todo por mi.
El de antes me hacía sentir siempre bien, porque siempre tenía palabras bonitas en cada momento.
En cambio, el de ahora se enfada más a menudo y me dice cosas que no me gustan.
No me gusta el nuevo chico.
Yo quiero que vuelva ese de antes. Dócil, manejable, complaciente.
Pero ese chico se ha marchado. Y ahora hay uno que piensa antes en él que en los demás.
Hay uno que no le importa pensar diferente al resto.
Este chico me hace daño, porque no soy lo más importante para él.
Ese chico murió el día que decidió hacerse cargo de su vida y vivirla a su manera.
Y seguro que por el camino deja atrás a gente como tu.
Pero, lo que le importa a este nuevo chico, es no volverse a dejar atrás a él mismo.
Ha nacido un nuevo chico.
¿Te atreverás a ir a su lado?

domingo, 2 de enero de 2011

MI HABITACIÓN LLENA DE ESPEJOS

Con el sueño intranquilo intento ver la realidad a través de tus ojos y lo único q consigo ver es tu indiferencia.

Me asusto, me despierto jadeando y de nuevo palpo a oscuras para corroborar lo que ya se de antemano.

Ya no estás, porque nunca estuviste.

Voy al lavabo. Lavo mi cara varias veces y al levantar la vista, no reconozco el rostro que me devuelve el espejo.

¿Quien es el que allí se refleja? ¿En que momento me alejé tanto de la persona que fui?

Asustado golpeo el espejo con el puño hasta que se hace añicos tras mis nudillos.

Dejo que la sangre de mi mano resbale lentamente por los restos del espejo hasta que ya no se que es mano, sangre o espejo.