La prisa es un molesto viajero que se ha acomodado a mi lado.
Llevo tiempo intentando desprenderme de ella pero se aferra con fuerza.
Los días de euforia y desenfreno siempre desembocan en días de soledad forzada y amargura.
Últimamente he olvidado el centro de las cosas.
Solo veo en blanco o negro, olvidando los millones de grises que hay entre medias.
La montaña rusa que me atormenta vuelve a cobrar presencia para llevarme de la cima al fondo del abismo en un instante, sin dejarme disfrutar de la bajada.
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